Tribuna

Volver a la esencia e identidad en la vida

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Se escucha a diario decir: “Me he dado tanto, que me olvide de mi mismo”. Esta expresión sencilla, parece aplicable a todas las profesiones, estilos de vida e incluso a jóvenes que recién comienzan un proyecto de vida, jóvenes que empiezan una carrera y ya están cansados y se retiran por falta de motivación o ya se cansaron.



¿Cansados de qué? Yo siempre solía decir: hasta ahora comienzas en la vida y ya estas cansado. Por ejemplo, llega una señora que dice: “Me canse de servir al esposo, que no ayuda en nada, porque me toca hacer todo a mí”. Parece ser una frase de cajón, pero que debemos prestar atención cuidadosa desde un texto que nos inspira hoy, porque todo acontece en un hogar íntimo.

Estas frases que escuchamos deben analizarse con mucho cuidado para tener el punto sano del equilibrio en la vida: contemplación-acción, ser-quehacer, saber descansar-trabajar.

Jesús visita el hogar de Betania, están Marta y María, tiene un hermano muy cercano a Jesús que es Lázaro, los tres llegaron a amar al Señor y confiar en él. Jesús encontraba consuelo y descanso en casa de ellos, y llegaron a tener una estrecha amistad. En el contexto de Betania, una ciudad cercana a Jerusalén se respira la atmosfera del amor y este texto de san Lucas se encuentra en una casa pequeña, acontece en un lugar y en una visita de Jesús a estos tres hermanos que nos ayuda a entender sobre el “sentido” de la misma dinámica de la vida:

“Tenía ella -Marta- una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: ‘Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude’” (Lc. 10, 38-42).   

¿Por qué no olvidamos de nosotros mismos?

Este texto nos sitúa en la misma vida, las preguntas claves al texto serían sobre la identidad misma y la vida cotidiana, que nos sitúa en las preguntas que nos vuelcan sobre sí mismos: ¿Quién soy? ¿Qué soy? ¿Por qué hago lo que hago? Todo nace de volver a nosotros mismos, volcarse, reencontrarse con nosotros mismos, con Dios y con los demás. Marta y María aparecen en dos momentos de claves de la vida: en una comida y ante una muerte (Lázaro).

Porque nos volcamos a lo externo o vivimos en la distracción del mundo y las cosas del mundo, o en la retracción de nosotros mismos, a que nos lleva la monotonía cotidiana que perdemos el sabor de vivir la vida, la rutina mortífera del cansancio, la obsesión emocional por hacer las cosas, la fijación ideológica y todas las cosas que nos alejan de nosotros mismos y de nuestros ideales en el proyecto personal de vida y en su proyección en cualquier trabajo.

Marta representa la hospitalidad, el trabajo cotidiano de una persona que no respira ni un segundo porque siempre tiene algo que hacer, sus espacios los llena de actividades y labores de la casa. Marta sirve a Jesús y se olvida de la persona de Jesús, mientras que María se sentó a sus pies a escuchar su palabra en una atmosfera de fraternidad, amor y respeto por el “otro”, en esta caso Jesús el maestro. María sabe quién es ella, sabe quién es Jesús y sabe que ese momento es único e irrepetible.

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¿Qué está pasando?

La raíz del problema no es en hacer las cosas, sino en encontrar el sentido a lo que hacemos desde el ser, esa es la razón del ser y construir un proyecto personal y comunitario, somos seres espirituales, todo esta atravesado por este eje transversal, todo afecta en mi vida: si nos olvidamos de nosotros mismos es porque nos desenfocamos o no nos situamos en el mundo con toda sus problemáticas y retos actuales.

Marta le dice a Jesús: ¿Es que no te importa que mi hermana no me ayude, Jesús?”. No era el servicio de Marta, porque ella era diligente, hospitalaria y realizaba lo que seguro le agradaba a ella, pero no era el momento ni la manera como debía llamar la atención, en últimas lo que estaba mal, no era la labor o el trabajo, sino la actitud en el servicio, se le olvido algo fundamental: el amor al servir y no hacer las cosas por obligación y sin verdadero espíritu de servicio.

¿Qué hacer para no caer en el desánimo del servicio?

Volver a centrarnos en Jesús implica encontrarnos con nosotros mismos, entre más volcados estemos a lo externo, nos olvidamos de nosotros mismos y de la espiritualidad.

Marta y María no hacen nada malo, ellas son y hacen lo que le corresponde a cada una. Marta es muy servicial, hace las cosas para agradar a los demás, la pregunta sería, pero ella por dentro está centrada en Dios o está volcada hacia fuera sirviendo, pero le hace falta algo, ese algo es llenarse de Dios, en últimas del amor y la pasión por saber servir.

No hace nada malo, hace lo que piensa que debe hacer, pero le falta ese momento para reencontrarse consigo misma y con Dios y así manejar bien los tiempos y los espacios. Marta no estaba sintonizada con el momento de la misma visita. En cambio, María esta sintonizada, estaba a los pies de Jesús escuchando, en actitud de apertura, en una atmosfera de ternura y amor por el Maestro.

Recordemos que, en el texto de la muerte de Lázaro, de san Juan 11, 1-23, Marta que es impulsiva sale a buscarle, le reclama a Jesús porque no estuvo en ese momento determinante; en cambio María se postra ante los pies de Jesús en actitud de adoración y humildad, no exige nada. Esta actitud es una muestra que en el campo de la amistad no se exige nada, solo se confía y espera.

Porque Jesús la interpela, le dice haces muchas cosas, que no está mal hacer las cosas, sino en no tener un buen orden o un momento de descanso o un momento de reposo para pensar, contemplar, meditar.

Ella quiere hacer todo, hoy se habla de los “toderos” que hacen de todo, pero no se vuelven sobre si mismos o no se concentran en una sola cosa o en pocas cosas. Este es el detalle que el texto nos sitúa, la actitud de Marta, ella es muy servicial, pero no está concentrada en escuchar, sino hacer muchas cosas.

Escuchar el corazón

El texto de san Lucas 10, 38-42, tiene varios acentos a nivel espiritual para hacer énfasis en las hermanas de Betania, es clave saber escuchar a ejemplo de María, no solo por su significado, sino por todo lo que implica saber entrar en la dinámica espiritual de entrar en la sintonía con Jesús.

Antes de reencontrarse consigo mismo y con Jesús como maestro, debemos saber nuestra historia y las experiencias de vida. No podemos saber lo que somos, sin sacar del corazón lo que tenemos bien escondido. Eso exige que nuestra boca se abra para enunciar las experiencias positivas o negativas que la memoria va trayendo a la conciencia.

El desenlace de Jesús

En el dialogo entre Marta y Jesús: “—Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sirviendo sola? ¡Dile que me ayude! Marta, Marta -contestó el Señor-, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, pero solo una es necesaria. María ha escogido la mejor y nadie se la quitará (Lc. 10, 40c-42).

Jesús felicita a María, porque se ha quedado con la mejor parte, con el tesoro escondido, con el corazón abierto para saber escuchar, ella sabe vivir los momentos y aprovechar los tiempos.


Por Wilson Javier Sossa López. Sacerdote eudista del Minuto de Dios