“Mas no abandonéis toda esperanza. Del día de mañana nada sabemos aún. La solución se encuentra a menudo a la salida del sol” (Tolkien, J. R. R. – Las dos Torres, 2017, pág. 31)
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La imagen del amanecer, más allá de situaciones concretas en donde se puede contemplar, es una invitación a reflexionar la importancia que tiene la esperanza en nuestras vidas. El amanecer ayuda a revivir la esperanza y, en tiempos difíciles, a sostener la vida para que se plenifique. El clarear del nuevo día confirma la experiencia del Centinela que, en la penumbra, al ver la luz naciente, exclama: ¡De la noche no queda nada! Adviento quiere ser eso, una esperanza, porque “el verbo se hizo carne y acampó entre nosotros” (Jn. 1,14) y su presencia continúa en la historia y en la vida de tantas personas que con su serena y santa esperanza nos motivan.
Eduardo Pironio, Testigo de la esperanza
Una de esas personas que tuvimos el placer, el gozo y la alegría de conocer es el Beato Eduardo Francisco Pironio. Mi contacto con él fue testimonial. Durante el paso por el Seminario de la Santa Cruz de la Diócesis de Lomas de Zamora, los presbíteros Roberto González y muy especialmente Miguel Mangini me permitieron ahondar en los textos de este santo cristiano que ahora la iglesia reconoce para la veneración pública. Su santidad es precedente a la beatificación, porque él es otro testigo de la acción de Dios en la vida las personas. Sin embargo, el reconocimiento oficial nos llena de alegría y nos brinda la posibilidad de profundizar en sus escritos y obras.
Una de las constantes es que se lo presenta como “Testigo de la esperanza”. Y dada la significatividad de este reconocimiento en Adviento, nos parece una oportunidad pastoral y catequística para que, desde la vida de este santo, podamos bucear la riqueza de este tiempo litúrgico que configura nuestra espiritualidad cristiana.
Adviento es un tiempo de cercanía porque lo futuro está presente y viniendo, lo sublime (santo) está llegando, el Verbo está, se hace visible y “va haciendo con nosotros la ruta hacia el Padre” (Pironio, Eduardo Francisco, 1985, pág. 13). Adviento es la identidad de los cristianos que estamos en camino… somos los caminantes que seguimos a quien es “el camino, la verdad y la vida” (Jn. 15, 5), somos iglesia peregrina entre los avatares de la historia y con nuestras debilidades, pero estamos en el camino, y allí el Viviente se “acerca y camina con nosotros” (Cf. Lc. 24, 15).
Esperanza Trinitaria y profética
Eduardo Pironio, en la dirección de los ejercicios espirituales en presencia del Papa Pablo VI, citando a Tomas de Aquino nos recuerda que “la Trinidad es el principio y el fin de toda vida cristiana” (Pironio, Eduardo Francisco, 1980, pág. 87).Y desde esta fontalidad la esperanza cristiana se hace al estilo de la Trinidad porque ella configura la existencia e identidad de quienes seguimos al Nazareno. La esperanza se fundamenta en que Dios acompañó, acompaña nuestra vida y la orienta hacia la plenitud gozosa del Reino.
Un reino que ya está presente y actuante desde le Encarnación, por tal motivo, la esperanza es profética, porque el profeta anuncia “intuye y sabe discernir las maravillas de Dios a través de los signos de los tiempos y de la historia de los hombres” (Pironio, Eduardo Francisco, 1999, pág. 15).
La esperanza profética se sostiene, funda, apoya, dinamiza, enraíza en la presencia siempre fiel y amorosa del Dios Abba (Padre) con entrañas de Imma (Madre) que Jesús nos ha revelado y que el Espíritu nos impulsa a configurarnos como hijos, hermanos y herederos. Por esto, la esperanza cristiana es profética porque anuncia el advenimiento de la Salvación ya realizada y esta redención se hace profecía realizable y gozosa en la vida concreta, en los gozos, anhelos, angustias, tristezas de las personas de nuestro tiempo (Cf. GS. 1).
Esperanza placentera
Desde la experiencia adveniente, el querido Eduardo Pironio hace catequesis al decir que la esperanza se hace “fruición anticipada de lo futuro” (Pironio, Eduardo Francisco, 1985, pág. 45). Fruición es el gozo, deleite, placer que se tiene al realizar algo que nos deleita y hermosea. Eso provoca creer, celebrar y anunciar a la Trinidad.
Esperanza filial
La relación con Dios revelada por Jesús e inspirada por el Espíritu es balbucear con la confianza entera con el Abba (Padre) que tiene entrañas de Imma (madre) como sus hijos muy amados. Por eso, queremos hacer resonar estas palabras de Pironio “el amor de Dios nos limpia, nos cambia y santifica. El amor de Dios es extraordinariamente fecundo” (Pironio, Eduardo Francisco, 1987, pág. 73), nos hace hijos y hermanos redimidos en Jesús, el viviente.
Esperanza comunitaria
El tiempo litúrgico de Adviento nos identifica desde lo visto y oído hacia lo futuro, nos impregna de esperanza y ella nos plenifica en una vida creyente y alegre. Por esto mismo, Eduardo Pironio afirma que “el mundo tiene derecho a nuestra alegría, porque tiene derecho a nuestro testimonio de la resurrección. Una Iglesia pascual es, esencialmente, una iglesia alegre” (Pironio, Eduardo Francisco, 1980, pág. 209). Mencionamos unas líneas de meditación sobre una comunidad esperanzada (Queremos ver a Jesús, págs. 259-286):
- Abierta a la segunda venida: aguardamos al señor que ya está y que viene.
- Vivir en estado de vigilia: crecer en santidad e irradiar la alegría y en la gratuidad: el señor nos ha sido dado
- Es una iglesia que se va haciendo: está en marcha, proyectada, orientada… hacia Dios y a la humanidad, comunidad en marcha: que camina junto a quien nos ha convocado y junto a los seres humanos, especialmente los pobres. Por eso, es sinodal.
- Y en “Diálogo con laicos” es una comunidad que “habla menos de sí misma y más de Jesús” (pág. 156)
Esperanza dialogante
Así como la Trinidad quiso revelarse y darse a conocer, para hacernos partícipes de su misterio (Cf. DV 1), Eduardo Pironio refuerza la profunda identidad de ser una comunidad configurada con el diálogo. Este coloquio es desde el carácter sagrado y secular de los laicos, desde el carácter comunitario que “ante Cristo y ante la Iglesia no existe desigualdad alguna en razón de estirpe o nacimiento, condición social … No existe en la comunidad de la iglesia cristianos de primera y de segunda categoría” (Pironio, Eduardo Francisco, 1986, págs. 42-43; 47-48).
Comunidad de fe que dialoga con Dios en la contemplación de la realidad, en la oración personal y en la plegaria eclesial, para que él nos fortalezca en la fidelidad a él y la humanidad. Un coloquio entre pastores, con los religiosos y los laicos para que la misión de la iglesia manifieste la comunión y misión comunitaria (Pironio, Eduardo Francisco, 1986, pág. 164). Un diálogo que hace fecunda a la misma comunidad cuando todos sus integrantes viven la eclesiología de comunión: entre los laicos y los pastores superando el clericalismo (Pironio, Eduardo Francisco, 1986, pág. 165).
Gratitud
En este adviento queremos unirnos a la gratitud de la iglesia, especialmente la que peregrina en Argentina, por el querido Eduardo Pironio y su vida entregada, alegre, feliz, servicial, pobre, cristiana… por su ministerio eclesial porque en donde estuvo la vida de fe floreció siendo presbítero, obispo, cardenal y promotor del laicado y de las jornadas mundiales de juventud, entre otras cosas… Mucho se ha escrito sobre él y mucho nos ha dejado en sus libros. Este Kairos de su beatificación, es una oportunidad para rumear y pasar por el corazón la Buena Noticia del evangelio que sale en cada una se sus obras publicadas.
La vida es adviento, el adviento es vida
“Toda nuestra vida es un adviento: una espera ardiente y serena y la seguridad de una llegada. El señor está” (Pironio, Eduardo Francisco, 1980, pág. 269)
Plegaria
Espíritu de la aurora, es bello y agradable alabarte,
porque desde los inicios de los tiempos aleteas nuestra existencia,
porque haces germinar semillas de verdad, de bien y de belleza en nuestro mundo que por momentos parece oscurecerse,
porque sos guía y presencia que nos hace gustar anticipadamente nuestra herencia,
porque haces que todos los días brille una luz especial en nuestra vida por medio de múltiples acciones de nuestros hermanos y amigos.
Espíritu del adviento,
Te damos gracias por la vida de nuestro querido hermano y pastor Eduardo Pironio,
porque él con su sencillez de corazón, su voz serena, alegre, vigorosa hizo eco de tu acción en el mundo, en la iglesia y en cada persona.
María, madre la santa esperanza,
con tu hijo Eduardo que tanto nos hizo profundizar la hermosura de las maravillas de Dios en tu vida,
y en la todas las personas, queremos decirte:
“Madre y Señora nuestra, causa de nuestra alegría tu nos has dado a Jesús
que es nuestra feliz esperanza. Ayúdanos a ser testigos de la resurrección del señor.
Enséñanos a comunicar a los hombres –nuestros hermanos –
la alegría que es fruto del amor, que es fruto del Espíritu Santo”
(Pironio, Eduardo Francisco, 1998, pág. 65)
Bibliografía
Pironio, Eduardo Francisco. (1980). Queremos ver a Jesús. Madrid: B.A.C. (Biblioteca Autores Cristianos).
Pironio, Eduardo Francisco. (1985). Meditación para tiempos difíciles. CABA: Patria Grande.
Pironio, Eduardo Francisco. (1986). Diálogo con laicos. Buenos Aires: Patria Grande.
Pironio, Eduardo Francisco. (1987). El Padre nos espera. Madrid: Claretiana.
Pironio, Eduardo Francisco. (1998). Señor, enseñános a orar. Buenos Aires: Claretiana.
Pironio, Eduardo Francisco. (1999). Al servicio del evangelio. Madrid: PPC.
Tolkien, J. R. R – Las dos Torres. (2017). El Señor de los anillos. II. Las dos torres. Buenos Aires: Minotauro.